A pesar de la época, los transportes puestos a disposición de la gente tienen un fuerte impacto en sus percepciones de la ciudad. Antes de los coches y los tranvías, lo normal era andar por las calles—y de esta manera, la gente tenía una interrelación tangible con la ciudad, con sus edificios y con su gente. Y por sus interacciones diarias, la gente podía desarrollar una conexión más personal con su ciudad como hogar, porque las calles y sus contenidos tenían una presencia más fuerte en sus memorias y experiencias. Mejor dicho, la ciudad era un microcosmo en el cual todos los aspectos de una vida convivían conectados.
Con las invenciones de la Revolución Industrial, muchos de esos aspectos cambiaron inevitablemente. Como el autor español Benito Pérez Galdós demostró en su relato “La novela en el tranvía,” el transporte mecánico afectó no sólo la relación entre la gente y su ciudad física sino la relación entre los ciudadanos también. Por su protagonista y sus interacciones con la gente que sube y baja del tranvía, Galdós demuestra la distancia puesta entre los ciudadanos: ahora, no se comunica tanto, a menos que quiera gritar un poco, o lo mejor, tener una conversación superficial sobre los cotilleos del día. También, todos llevan sus vidas con bastante independencia, porque los transportes nuevos traen una cierta aventura a la vida ciudadana. Una ciudad bastante grande, con calles desconocidas a los que vivían lejos, ahora no es tan grande: uno puede “volar” por las calles de un punto al otro, un fenómeno que transforma la ciudad en una más accesible. Esta transformación afecta la mentalidad de la gente, porque ahora su interacción con su ciudad está bastante lejos aunque también es más manejable. Ahora, la gente ve las calles desde un punto de vista distinto: ahora su presencia no forma una parte de la visión de la ciudad que tiene sino que pinta esa visión desde un punto más afuera que dentro de la ciudad.
Y ahora, con la época del metro, la percepción de la ciudad por la gente cambia todavía más. La ciudad es casi distorsionada por la presencia del metro, porque las calles desaparecen completamente cuando la gente lo sube, y después de un ratito ya vuelven otra vez. Ahora la gente conoce partes de la ciudad, y pierden las conexiones entre esas zonas. Su relación con la ciudad entera se ha hecho más separada, más incompleta, y resulta en una desorientación de la gente cuando necesita conectar esos puntos sin el metro. Eso es la cuesta de una ciudad más accesible y manejable-- ¿vale la pena? Depende.
Querida Aní,
ReplyDeleteMe encanta tu post. Para mi, este frase fue muy poderoso: "La ciudad es casi distorsionada por la presencia del metro, porque las calles desaparecen completamente cuando la gente lo sube, y después de un ratito ya vuelven otra vez."
Este hecho resonaba conmigo mucho porque en los primeros semanas en Madrid, yo usaba el metro muchas veces y fui a muchos sitios pero no tiene un entiendo o comprensión de cuidad nada. Todos lugares fueron muy desconectadas para mi y yo todavía sentí como un extranjero en Madrid. Cuando mi amiga Grace me visito en Madrid para cinco días, nosotros caminamos a todos sitios y en estos días mi percepción de Madrid cambia mucho y yo sentí cómo un parte de la cuidad.
También, me gusta el estilo de tu post y la pregunta en fin. Es difícil para contestar pero muy interesante para pensar sobre este.
-Sadhna